El Dios de la prosperidad
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Nuestro Dios y Padre es un Dios que prospera, pero su prosperidad no es según los términos que el mundo le ha dado, sino una prosperidad que va más allá del éxito, las bendiciones y las riquezas terrenales.
Nehemías 2.1-20, BTX
“1Y en el año vigésimo del rey Artajerjes, en el mes de Nisán, aconteció que estando el vino delante de él, yo tomé el vino y se lo serví al rey. Y como yo nunca antes había estado triste en su presencia, 2el rey me dijo: ¿Por qué está triste tu rostro, ya que no estás enfermo? ¿No es esto aflicción de corazón? Entonces temí en gran manera,3y respondí al rey: ¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego? 4Y me preguntó el rey: ¿Qué es lo que me pides? Entonces oré al Dios de los cielos, 5y dije al rey: Si al rey le place, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, te ruego que me envíes a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que pueda reedificarla. 6Y el rey me dijo (estando la consorte junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás? Y como al rey le pareció bien enviarme, yo le definí el plazo. 7Dije además al rey: Si al rey le parece bien, que se me den cartas para los gobernadores de Más Allá del Río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá, 8y también una carta para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin de que me dé madera para enmaderar las puertas de la ciudadela que está junto a la Casa, y para el muro de la ciudad, y para la casa en que yo he de estar. Y el rey me lo concedió, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí. 9Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y jinetes, y así, cuando llegué a los gobernadores de Más Allá del Río les entregué las cartas reales. 10Pero cuando Sanbalat horonita y Tobías, el siervo amonita, lo oyeron, se disgustaron en gran manera de que alguien llegara a procurar el bien de los hijos de Israel. 11Así llegué a Jerusalem y estuve allí tres días. 12Y me levanté de noche, yo y unos pocos hombres conmigo, y a nadie declaré lo que mi Dios había puesto en mi corazón para hacer por Jerusalem. No había bestia alguna conmigo, excepto el animal en que cabalgaba. 13Y salí de noche por la puerta del Valle, y pasé por la fuente del Dragón y por la puerta del Muladar, y estuve inspeccionando los muros de Jerusalem, que estaban destruidos, y sus puertas consumidas por el fuego. 14Pasé luego a la puerta de la Fuente y fui hasta el estanque del Rey, pero no había espacio para que pasara la bestia en que iba. 15Y subí de noche por el torrente e inspeccioné el muro, y al volver, entré de nuevo por la puerta del Valle, y así regresé. 16Pero los prefectos no sabían a dónde yo había ido ni qué había hecho, pues hasta entonces no había informado a los judíos ni a los sacerdotes, ni a los principales ni a los prefectos ni a los demás que hacían la obra. 17Entonces les dije: Vosotros veis el mal en que estamos, cómo Jerusalem está destruida y sus puertas devastadas por el fuego. ¡Venid y reedifiquemos el muro de Jerusalem, y no estemos más en oprobio! 18Y les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que me había dicho el rey. Entonces respondieron: ¡Levantémonos y reedifiquemos! Así fortalecieron ellos sus manos para la buena obra. 19Pero cuando Sanbalat horonita, y Tobías, el siervo amonita, y Gesem el árabe, lo oyeron, se burlaron de nosotros y nos dijeron despectivamente: ¿Qué estáis haciendo vosotros? ¿Acaso os rebeláis contra el rey? 20Y les respondí diciendo: El Dios de los cielos nos prosperará; por tanto nosotros, sus siervos, nos levantaremos y edificaremos, pero vosotros no tenéis parte, ni derecho, ni memoria en Jerusalem.”