Filadelfia
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“10Los saluda Aristarco, mi compañero de prisión, lo mismo que Marcos, el sobrino de Bernabé, acerca del cual ya han recibido instrucciones. Si Marcos va a visitarlos, recíbanlo bien. 11También los saluda Jesús, llamado el Justo. Éstos son los únicos judíos que me ayudan en el reino de Dios, y para mí han sido un gran consuelo. 12Los saluda Epafras, que es uno de ustedes. En sus oraciones, este siervo de Cristo siempre está rogando por ustedes con gran preocupación, para que ustedes se mantengan firmes y sean completamente perfectos en todo lo que Dios quiere. 13Yo soy testigo de que él se preocupa mucho por ustedes, y por los que están en Laodicea y Hierápolis. 14Los saluda Lucas, el médico amado, y Demas. 15Saluden a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que se reúne en su casa. 16Una vez que esta carta haya sido leída entre ustedes, asegúrense de que se lea también en la iglesia de los laodicenses, y que la carta de Laodicea la lean también ustedes. 17Díganle a Arquipo que no deje de cumplir con el ministerio que recibió del Señor. 18Yo, Pablo, escribo este saludo de mi puño y letra. Recuerden que estoy preso. Que la gracia sea con ustedes. Amén.” —Colosenses 4.10–18, RVC