Muertos y libres
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Dios, quien siempre procura el bienestar de su creación, ha dejado su ley para guiar la conducta de los hombres a la santidad. Sin embargo, los hombres responsablemente han decidido quebrantar todos y cada uno de los mandamientos de la ley de Dios. Naturalmente el hombre no tiene la capacidad de obedecer, al contrario, el hombre siempre está dispuesto a desobedecer. Por lo tanto, cada uno de nosotros está sujeto a La ley y las consecuencias de quebrantarla. La ley se enseñorea de todos aquellos que aun no han sido alcanzados por la gracia que salva y transforma.
—Romanos 7.1-6; NBLA:
“1¿Acaso ignoran, hermanos, (pues hablo a los que conocen la ley), que la ley tiene jurisdicción sobre una persona mientras vive? 2Pues la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras él vive; pero si su marido muere, queda libre de la ley en cuanto al marido. 3Así que, mientras vive su marido, será llamada adúltera si ella se une a otro hombre; pero si su marido muere, está libre de la ley, de modo que no es adúltera aunque se una a otro hombre. 4Por tanto, hermanos míos, también a ustedes se les hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que sean unidos a otro, a Aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte. 6Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.”