Simjáh: Experimentando el verdadero placer
DESCARGAR PDF 0.00 KB 148 descargas“1Dije en mi corazón: ¡Ven pues, te probaré con el placer!¡Prueba la felicidad!Pero he aquí también esto era vanidad.2A la risa dije: ¡Necia!,Y al placer: ¿Qué logras?3Aun cuando mi corazón me guiaba con sabiduría, decidí a agasajar mi carne con vino y entregarme a la insensatez, hasta ver cuál era el bien del hombre en que se ocupa bajo los cielos los pocos días de su vida.4Engrandecí mis obras, me edifiqué palacios y planté viñedos para mí;5me hice huertos y jardines, y planté toda clase de árboles frutales,6me hice estanques de agua, para regar con ellos el soto donde se cultivaban mis árboles;7compré esclavos y esclavas, y tuve a otros nacidos en casa; también tuve una gran hacienda de vacadas y rebaños, más que todos mis predecesores en Jerusalem.8Acumulé para mí plata y oro, tesoro digno de reinos y provincias; contraté cantores y cantoras, y tuve un harén de concubinas para gozar como suelen los hombres.9Fui más grande y magnífico de cuantos me precedieron en Jerusalem, en tanto que mi sabiduría permanecía conmigo.10Nada de cuanto mis ojos deseaban les negué, ni privé a mi corazón de placer alguno, pues mi corazón gozaba de toda mi labor, y esta era la porción de todo mi trabajo.11Luego, consideré todas las obras que habían hecho mis manos, y el duro trabajo con que me había afanado en hacerlas, ¡y he aquí todo era vanidad y correr tras el viento! No había provecho alguno debajo del sol.” —Eclesiastés 2.1–11, BTX