Tiqváh: Solo Dios es la esperanza suprema del hombre
DESCARGAR PDF 0.00 KB 189 descargas“1Hay otro mal que he visto debajo del sol, y que es gravoso para los hombres:2El del hombre a quien Ha-’Elohim le ha dado riquezas, tesoros y honores, de modo que nada le falta de todo lo que su alma pueda desear, pero a quien Ha-’Elohim no le permite disfrutarlo, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad y un mal doloroso.3Aunque un hombre engendre cien hijos y viva muchos años, y sean numerosos los días de su vida, si su alma no se sació de felicidad, digo: mejor que él es un abortivo,4que llega en un soplo y se marcha a oscuras, y la oscuridad encubre su nombre;5no vio el sol, ni se enteró de nada, ni recibe sepultura, pero descansa mejor que el otro,6porque aunque hubiera vivido mil años dos veces, si no disfrutó de felicidad, ¿no van todos a un mismo lugar?7Todo el trabajo del hombre es para su boca, y aun así, su alma no se sacia.8¿Qué provecho tiene el sabio más que el necio? ¿Qué ventaja tiene el pobre que supo comportarse entre los vivientes?9Más vale lo que ven los ojos que el divagar del alma.También esto es vanidad y correr tras el viento.10El que existe ya se le había dado nombre, y se sabe que es sólo un hombre, y que no puede contender con quien es más fuerte que él.11Cuantas más palabras, más vanidad: ¿qué provecho saca el hombre?12Porque ¿quién sabe lo que es bueno para el hombre en la vida, todos los días de su vana vida? Los pasará como una sombra, pues ¿quién anunciará al hombre lo que sucederá después de él debajo del sol?” —Eclesiastés 6.1–12, BTX